Entrevista a Esther Moya, Profesora de Lengua y Literatura, Ex bibliotecaria de la Biblioteca “Ramón J. Cárcano” de Bell Ville, Revista N° 2
30.03.2014 16:46Revista N° 2, febrero/marzo de 2014
Esther: Bell Ville se resiste mucho al avance cultural, al avance social, Bell Ville no, siempre es mejor lo que viene de afuera, lo que está adentro no. Bueno, yo te digo por nuestra experiencia, cuando entramos al profesorado “Mariano Moreno” estaba trabajando Del Barco, Paiva – que recién venia de Francia -, Eduardo Requena, Bernardino Calvo, Gustavo Roldan, Laura de Betach como profesores. La Rectora en ese momento era la Sra. De Ferrari, éramos cuatro o cinco en los cursos y siempre la que tuvo más empuje fue la carrera de Historia, fue la más castigada y la que cerraron durante la dictadura. Toda la gente decía que el profesorado “era una cueva de comunistas”, “yo prefiero salir a lavar ropa y que mi hija vaya a estudiar a Villa María”. El profesorado creció cuando empezó Ciencias Biológicas y Geografía, ahí eran sesenta alumnos los que entraron, de distintas ciudades entre ellas Rosario. Siempre estaba eso de que “se cierra o no se cierra un curso”,” hay que buscar alumnos”, “hay que ver”, siempre fue así. La gente siempre mal predispuesta hacia el avance de la apertura del profesorado que en ese momento tenía gente muy pero muy capaz.
Entrevisatdor: ¿Todos eran profesores de la carrera de Historia?
Esther: Del Barco, Eduardo Requena y Bernardino Calvo daban en Historia, Chelita Vera enseñaba materias como: psicopedagogía, pedagogía , didáctica, oriunda de Entre Ríos, eran gente muy capaz, daban unas clases magistrales. Pero siempre había algún prejuicio entonces a la rectora de ese momento le molestaba muchísimo, porque si bien había gente de izquierda también había gente de derecha, pero en última instancia lo que ellos valoraban eran los conocimientos que nos podían transmitir y las bibliografías.
Entrevistador: ¿vos cuando te egresas del profesorado?
Esther: En el año 1969
Entrevistador: ¿y a partir de ahí te quedas acá?
Esther: si, siempre me quede acá. Yo me recibí del profesorado de Letras y después hice un año en Historia. En Historia lo tuve a Del Barco, Chelita Vera, también lo tuve a Tamén – que recién venia de España – él nos hablaba de la guerra Civil española, además nos dio unos libros que tuve que quemar como por ejemplo: “Como leer al pato Donald”, toda la bibliografía que tenía la tuve que romper o tirar al inodoro. Y yo en ese momento trabajaba en la Biblioteca Ramón J Cárcano.
Entrevistador: ¿dónde estaba ubicada en ese entonces la Biblioteca?
Esther: Funcionaba en la esquina de la Municipalidad. Nosotros le comprábamos los libros a Francisco Sorribes,el cura que vendía libros del Centro Editor de América Latina, también le comprábamos las Revistas: “Transformación”, “Todo es historia” y “Crisis”, que era sumamente comprometida. Después también el diario “La Opinión”, me parece. Cuando vinieron los militares, intervinieron la Municipalidad, estaba de intendente Nilo Colmano, el renuncia automáticamente y asume – me parece- que si no era Gonella, era Gabriel Fernández, o estuvo primero Gonella y después Fernández y después Gonella de nuevo. En esa época estaba la “Justa del Saber”, una actividad que hacían en el Coliseo donde participaban todas las escuelas y trataban todo el pasado de Bell Ville. En la biblioteca se reunían todos los chicos de las escuelas secundarias para prepararse. La escuela de periodismo nos prestaban Revistas, antes de que la cerraran junto con la de Óptica, que allí estaba Don pedro Zurlo.
Entrevistador: ¿Vos cuando ingresaste formalmente a la Biblioteca?
Esther: Bueno, yo empecé haciendo una suplencia, en 1972 más o menos, y estuve definitivamente desde 1973 a febrero de 1979. Cuando vino el golpe, asumieron tres personas, digamos lo militares. Uno era García García, de ese me acuerdo bien porque era el que visitaba la biblioteca y le llamaba la atención que vinieran tantos chicos jóvenes, ¡imaginate! Gente joven reunida en la biblioteca. Y se preguntaban ¿qué le podíamos estar enseñando? Pero nosotros los guiábamos, les decíamos: - Chicos, ustedes estúdiense esta semana las calles de Bell Ville, porque nosotros sabíamos que ese sábado les iban a preguntar sobre las calles. Los ayudábamos para que participaran todos en la “Justa del Saber”, para que se entusiasmaran, para saber el pasado realmente de Bell Ville y a su vez habíamos empezado a pasar en limpio el libro de Villarroel, que estaba manuscrito, primero lo hizo Olga Pereyra que era de Historia y después seguía yo, pero no lo terminamos nosotros, siguió la gente del Profesorado.
Entrevistador: ¿y este militar García García?
Esther: bueno, vino un día a investigar que hacían todos esos chicos, nosotros le dimos toda la explicación como te la estamos dando a vos. Había una mesa donde figuraban todas las revistas: estaba la “Revista Sur”, “El selección” el “Mecánica Popular” y dentro de esta también estaba la revista “Trasformaciones”, a estas revistas las leían cierto público interesado. Entonces vino ese señor, y le preguntábamos que hacíamos con esas revistas, ya que había salido un listado en la parte de literatura en el cual figuraba lo que no se podía tener, como por ejemplo: “Pedagogía del oprimido”, de Paulo Freire, de Pablo de Roca, de Neruda, nada que fuera de Violeta Parra, nada de eso.
Entrevistador: ¿Él les trae la lista?
Esther: la lista había salido difundida públicamente y nosotros le dijimos tenemos esto y esto. Entonces preguntamos: “¿Tenemos que romper las revistas?”, aclarándole que las habíamos comprado con los aportes que hacían los socios, y él nos dice: “No, más vale envuélvanlas y guárdenlas”.La biblioteca tenía esos armarios abajo que eran cerrados, entonces nos dijo que los guardáramos bajo llave para que no los prestemos más y así hicimos con las revistas “Transformaciones”, “Crisis”, “Todo es Historia”, el diario “La opinión”.
Entrevistador: ¿Y eso quedó guardado?
Esther: bueno, yo después salí en 1979 y no sé qué fueron de esas revistas, pero estaban guardadas. También le preguntamos sobre que hacíamos con los libros y él nos dice: -“Sáquenlos de las estanterías, guárdenlos y no se los presten a nadie”. Entonces nosotros los pusimos en un armario donde guardábamos todas las cosas nuestras o donde estaban las tasas de mate cocido.
Él nos preguntaba: “¿qué hacían tantos chicos jóvenes?” Y nosotros le explicábamos, pero todas las tardes él se daba una vueltita, la biblioteca abría de 11:00 a 18:00 hs, entonces el pasaba porque claro, se venían todas las escuelas a la biblioteca, es como que empezó a tener mucho movimiento de gente joven y a ellos no les gustaba mucho.
Entrevistador: me mencionaste a Paulo Freire, ¿Algunos libros más que particularmente haya destacado que necesitaban guardarlos y no se podían dar al público?
Esther: No recuerdo muy bien. Si había un listado acá de esos libros, como también lo tenía la radio de los discos que no se podían pasar, bueno a nosotros nos dieron eso y no se a donde fue a parar después, porque yo salí de la biblioteca y me desvincule de eso y en el año 1976 a mi esposo lo llevan.
Entrevistador: ¿Cómo se llama su esposo?
Esther: Néstor Carlos Marzonni. Estuvo 15 días preso, él tenía ideas de izquierda pero más que nada me dijeron – (porque a mí me llamaron a declarar a las 12 o 12 días más o menos que estaba mi marido preso, me llamaron por la mañana y esa misma tarde le tomaron las declaraciones a él, y dio la casualidad que los dos dijimos lo mismo) - que lo llevaron a él porque éramos amigos de los gremios combativos, trabajábamos con esos gremios.
Entrevistador: ¿En esa época cuáles eran?
Esther: el de la madera –que estaba Pérez y Apendino- UOCRA con Pedro Rodríguez – que se tuvo que ir – yo creo que fue el golpe y al otro día lo fueron a buscar a mi marido, patearon la puerta, me revolvieron la casa.
Entrevistador: ¿Fue con una orden Judicial?
Esther: no, no.
Entrevistador: ¿Su marido a qué se dedicaba?
Esther: mi marido era pintor, era una pintura social la que hacía, como David Siqueiros o Andrés Rivera. Hacía cuadros bastantes grandes. Aún tiene un cuadro muy lindo que se llama “La Lavandera” que obtuvo un premio en Villa María – es una mujer que se le notan los huesos – al estilo de la pintura de Siqueiros , hasta el día de hoy tenemos algunos de ellos, bueno a él lo llevan preso, lo tienen 15 días acá en Bell Ville.
Entrevistador: ¿En la policía provincial o en la federal?
Esther: en la provincial, yo creo que la federal no estaba en ese momento, la trajo Cortese después, en la época de Alfonsín.
Entrevistador: ¿Lo tuvieron incomunicado los 15 días?
Esther: si, yo le llevaba la comida, que te digo no le llego nunca, le daban la comida que le preparaban a todos los presos. Lo que yo sé por mi marido, es que salían al patio y se encontraba con Pablo Álvarez, el “Puchi” Giletta, la señora del “Puchi”, el “Patona” Godoy – marido de Silvia Lacreu– y empezaron a ver que iban raleando a la gente, se los iban llevando algunos a Villa María, otros a Córdoba.
Entrevistador: liberan a su marido, ¿y no vuelve a ser detenido?
Esther: no, pero nosotros después de eso, vivimos el exilio dentro de nuestro pueblo. Yo veía el “cuartito azul” – así le decíamos al móvil policial –similar a un coche celular, yo veía eso y me quedaban las piernas que no las podía mover.
Entrevistador: ¿Tu marido siguió pintando después de eso?
Esther: no, vos sabes que escucha un golpe en la puerta y se sobresalta, porque a nosotros nos patearon la puerta cuando nuestro hijo tenía un año y ocho meses más o menos.
Entrevistador: ¿había un grupo cultural que se expresaba en la pintura?
Esther: si, estaba Pedro Rodríguez y mi marido. Bueno de los que pintaban ellos dos porque estaba Vié pero se hacía pintura paisajista. Bueno, después Pedro se dedicó a la cerámica y mi marido a la investigación de los instrumentos de pueblos originarios del país. A él cuando le pasa esto es como que se aísla, como que nos aislamos, tuvimos que cortar todas las otras amistades, como si no nos conociéramos.
Nosotros con los gremios combativos trabajábamos de la siguiente manera, estaba Amalio Rey, y teníamos semanalmente dos días dedicados a la lectura y a la discusión, lo hacíamos dentro de mi casa, pero después de que vino todo esto a Amalio lo llevaron y todo el grupo se desarticuló. Pérez estuvo una año acá y se lo llevaron a Río Tercero, Apendino renunció al gremio, es decir, destruyeron a todos los gremios combativos.
Entrevistador: ¿Tenían alguna vinculación con la CGT de los Argentinos?
Esther: No. Fue una época muy jodida, perdimos todos nuestros amigos, todo nexo. Si bien nos enviaba Amalio Rey de México cartas, se fue a España y de ahí a México que consigue dar clases de filosofía en la Universidad, y después con la venida de la democracia empezaron a llegar, no todos. Vino Amalio, a Calvo lo tuvieron que restituir el cargo, pero yo con el profesorado no volví a tener más relación.
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