Testimonio de Graciela Beatriz González, ex alumna del ISFD "Mariano Moreno"
01.12.2013 18:55
Graciela Beatriz González, ex alumna del Instituto del Profesorado “Mariano Moreno", en la carrera Historia, durante el período 1973-1976.
En 1973 me inscribí en la carrera de Historia del Instituto del Profesorado “Mariano Moreno” de la ciudad de Bell Ville, en el cual se otorgaba título nacional. Éramos unos cuantos alumnos, de la ciudad y de poblaciones cercanas, un grupo heterogéneo con dos varones en el aula y el resto mujeres, todos jóvenes. El nivel académico en ese entonces se correspondía con el de la Universidad de Córdoba, los programas, en la mayoría de las materias, eran prácticamente los mismos y algunos profesores provenían de esa Casa. Había mucho para estudiar, se tomaban apuntes en clase y el resto provenía de numerosos libros de lectura obligatoria y de consulta. No existían fotocopiadoras.
El ámbito estudiantil estaba parcialmente politizado, había grupos que intervenían en asuntos que no eran competentes con el desarrollo funcional de las clases, algunas personas, en los recreos, dejaban propagandas partidarias en las carpetas o en las carteras y/o bolsos. Mi intención era la de no intervenir en política. El 29 de mayo de ese año, en conmemoración del “Cordobazo” se realizó en el hall del Instituto un acto no anunciado ni permitido por la Rectoría (Aclaro que el Rector, de acuerdo a sus manifestaciones, estaba en total desacuerdo con cualquier tipo de acto sin su consentimiento). A la noche siguiente el Señor Bernardino Calvo, Rector del establecimiento se apersonó en el aula de Primer Año, cuestionándonos por la ejecución de dicho episodio, información que le había llegado a través de algunos miembros del Centro de Estudiantes. Le respondimos que no sólo no habíamos asistido al mismo, sino que no teníamos absolutamente nada que ver y el Rector reconoció en voz alta que algunas personas le traerían problemas, desconozco qué sucedió después. Mi pensamiento al respecto (que aún sostengo) fue que detrás había algunos cobardes que no actuaban de acuerdo a sus discursos.
No recuerdo que los profesores nos hayan alentado, orientado, sugerido o coaccionado en ninguna ocasión, a asumir ninguna postura política, los libros obligatorios o recomendados eran de amplio espectro y podíamos sostener y/o defender nuestras posiciones intelectuales, políticas, partidarias o lo que fuere ante cualquier discusión en el aula o en los exámenes.
La actividad política se mantuvo durante los años que asistí al profesorado, a fines de 1975 y durante 1976 se percibía la asistencia de personal de la policía de la provincia en diferentes carreras, también se observaba su presencia a la salida del edificio y zonas aledañas, incluso, en ocasiones, acompañaban a algunos alumnos en la ruta a su casa, incluyéndome. A fines de 1975 el Profesor Eduardo Requena nos había reunido (a todos sus alumnos de las diferentes materias) informándonos que habían cesado sus horas en Bell Ville y que se lo había nombrado en la ciudad de Córdoba en colegio o colegios de secundario cubriendo la capacidad autorizada de horas, nos agradeció las clases compartidas y se despidió con tristeza afirmando que “no volveríamos a vernos”, lamentablemente tuvo razón ya que fue detenido y “desaparecido” por el gobierno militar. Rendí la materia Historia de la Edad Media el 7 de agosto de 1976 (de la cual el Sr. Requena había sido mi profesor) me había preparado muy bien, especialmente en los aspectos cultural y religioso (sospechando que serían el tema central), efectivamente el examen se concentró en ellos y después de dos horas las integrantes de la mesa, las inspectoras venidas de la Capital Federal y la nueva directora Sra. Vismara, me dijeron textualmente: “Su examen se merece un diez pero le vamos a poner un siete porque su profesor era comunista”.
A fines de 1975 el Director del establecimiento Profesor Bernardino Calvo me había entregado una libreta de estudiante en la cual constaban algunas materias por mi aprobadas, con la firma de sus respectivos profesores, sugiriéndome que la guardara muy bien y que tratara de cuidarme en el profesorado ya que preveía un futuro oscuro como el que sucedió, poco después fue cesanteado en su cargo y reemplazado por la Profesora María Luisa González de Vismara como rectora interina. Esta mujer era sumamente mordaz y desagradable, su intención, apoyada por la jerarquía de Castellano, Literatura y Latín, era la de unificar el alumnado en esta última eliminando Historia, consideraban que nuestra carrera era “inservible y peligrosa” y podía funcionar “perfectamente” como un apéndice de Letras, fuimos notificadas de esas intenciones en el curso durante horario de clases. En unos días llegaron al Instituto dos inspectoras, de las cuales no recuerdo sus nombres, que estaban relacionadas con la Aeronáutica, nos reunieron a los alumnos de Historia y nos amenazaron para amedrentarnos; fuimos tratadas como personas indeseables, nos consideraron capaces de “concurrir en bikini” a las clases para conseguir buenas notas y se refirieron a nuestra vestimenta hasta el extremo de tratarnos de prostitutas, se mofaron de nosotros y de los profesores (los provenientes de la Universidad) a los que titularon como “izquierdistas, comunistas y nefastos”. Estuvieron presentes en nuestro examen de Historia Argentina y realmente temíamos responder. Eran personas sumamente odiosas y amenazantes. A esta altura muchos profesores de Historia y Letras se habían exiliado en otros países de Europa y América Latina, alguno detenido y una Profesora de Villa María había renunciado o lo hizo poco después, en solidaridad con sus compañeros. Agradezco haber sido alumna de esos profesores por su capacidad intelectual y didáctica, podíamos discutir abiertamente todos los temas atinentes a la carrera Historia y oponernos en los discursos si no los compartíamos, sin sufrir ningún tipo de presiones.
A fines de 1976, la profesora Vismara fue a verme una mañana a mi trabajo para que concurriera esa noche a clases, firmé la salida por media hora y, una vez en la vereda de enfrente me descargué diciéndole lo que pensaba de ella, simplemente dio la vuelta y se marchó. Esa noche hubo una redada en el Profesorado y en otros lugares adonde vivían y/o concurrían alumnos del Instituto.
Pasado el tiempo, durante el regreso de la democracia, con dos ex/alumnas iniciamos las gestiones para la reapertura de la carrera de Historia, nos hartamos de enviar notas y hacer presentaciones dirigidas al entonces Ministro de Educación Alconada Aramburu, finalmente, avisadas, por una secretaria del ministerio, de que solo se lograría algo positivo con la mediación de un político hablamos con el Doctor Lorenzo Cortese quien tramitó con éxito la rehabilitación de dicha carrera. Lamentablemente el título nacional y el nivel universitario se han perdido, espero que no sea para siempre.
Durante los años 1990-1993 estudié la misma carrera, en esos momentos me dijeron que no existían datos sobre mi presencia en años anteriores, presenté la citada libreta de estudiante que me obsequiara el Profesor Bernardino Calvo, después de poco más de un año “encontraron” un Libro de Actas en el que figuraba como alumna en los años de 1970 (tal es así que el 18 de diciembre de 1991 rendí por segunda vez Psicología que luego me la autorizaron como curso). En la Secretaría de la Institución me mostraron dicho libro y me informaron (sotto voce) que mi legajo había sido destruido (no sé si en 1976 o en 1977), quemado para decirlo con más precisión. NUNCA me dieron el TÍTULO porque NO EXISTÍA COMO ALUMNA. Por un error de confianza, una noche dejé la libreta de estudiante y nunca más la volví a ver (fue al final del año lectivo de 1991) Soy Profesora de Historia y, si bien no trabajo con esa profesión, me ha servido para desarrollar otras actividades afines; es una deuda saldada pero nunca igual a lo que hubiera sido.
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