Testimonio de Silvia Lacreu, ex alumna del ISFD "Mariano Moreno"

01.12.2013 18:58

 

Silvia Lacreu, ex alumna de la carrera de Historia del Profesorado "Mariano Moreno"

La década del 70 no se comprendería sin la politización de la del 60 y el impacto que produjeron la Revolución Cubana y el Mayo Francés, fundamentalmente en los sectores juveniles. Tiempos de gran movilización política e ideológica, de compromiso y participación. De militancia y alegría. La juventud y gran parte de la sociedad  acompañaba el proceso de construcción política. Los centros de estudiantes y agrupaciones políticas realizaban trabajos de ayuda social en barrios y villas. Para muchos jóvenes la solidaridad, la justicia y el esfuerzo comunitario eran valores que los identificaban como generación. Las "juventudes políticas" -entre quienes había socialistas, comunistas, radicales, peronistas- se pronunciaban por la lucha antiimperialista.

La masacre de Trelew y el golpe de estado contra Salvador Allende en Chile, preanunciaban el zarpazo de las derechas latinoamericanas, ya que la doctrina de Seguridad Nacional se reprodujo fielmente en todas las dictaduras que se instalarían en la región, destruyendo  las construcciones democráticas y concentrando su acción contra los militantes  del campo popular. El 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas vinieron a  acallar  las voces de una gran parte de la sociedad argentina, haciendo desaparecer a los que pensaban de modo diferente.  Videla, Massera, Agosti implantaron  el terrorismo de estado -en el marco de la Doctrina de Seguridad Nacional-  para silenciar debates, conflictos y polémicas que bullían en la sociedad. Intervinieron las universidades e impusieron con Martínez de Hoz un plan económico de destrucción del aparato productivo nacional.Miles de argentinos  secuestrados, detenidos, desaparecidos. Otros al exilio...

Mientras, la inmensa mayoría de la sociedad civil callaba y la TV y la radio difundían  las declaraciones, propuestas y proclamas de la junta militar. Habían logrado su objetivo: el silencio, la domesticación, el disciplinamiento. Ardua fue la lucha de las  Madres de Plaza de Mayo  y de las  Abuelas, de Hijos, así como de los Organismos de Derechos Humanos por visibilizar esta situación. Llegó el Mundial de Fútbol del 78, el conflicto de límites con Chile por el canal de Beagle...  Se conocía esta realidad en el exterior y Pérez Esquivel recibía el nobel de la paz en 1981. Comenzaron las protestas del movimiento obrero contra las políticas de Martínez de Hoz, la recesión y el desempleo. En ese contexto los militares pretendieron salvarse y en abril del 82 se lanzaron a la aventura de Malvinas, con cuya derrota se inicia el proceso democrático que llevó al  Dr. Raúl Alfonsín a la presidencia.

El presidente Alfonsín creó la CONADEP para investigar lo ocurrido con los detenidos y desaparecidos. En su informe final "Nunca Más" se probó que la represión, desaparición y muerte de más de 30.000 militantes populares fue parte  de un plan sistemático y no que se hubieran producido simples errores o excesos por parte de las fuerzas militares.  Como consecuencia de la polìtica de  derechos humanos  de Alfonsìn fueron enjuiciados y condenados a cadena perpetua los principales responsables del terrorismo de estado. El poder hegemónico – los medios, Magnetto y las  grandes corporaciones - se arrogaban el derecho  a poner y quitar a  su antojo a presidentes. Alfonsín no termina su mandato: punto final y  obediencia debida. Menem: el indulto, el neoliberalismo, la privatización y la entrega  del patrimonio nacional.

Los Organismos de Derechos Humanos, las  Madres de Plaza de Mayo, las Abuelas, los Hijos  seguían luchando. La llegada de Néstor Kirchner  llevó nuevamente a los acusados y a sus cómplices civiles (Blaquier, María Julia Alsogaray, como símbolos de la impunidad económica) ante la justicia: megacausas de La Perla y Esma, entre otras. En todo el país avanzan los juicios de lesa humanidad. En San Luis, donde vivo desde hace 25 años, se dictó prisión perpetua  en el primer juicio realizado en el 2009, para represores responsables de la detención, tortura y muerte de Graciela Fiocchetti, Sandro Santana Alcaraz y Pedro Valentín Ledesma. El 5 de noviembre comenzó el segundo juicio del mismo tenor.

Bell Ville no estuvo ajeno a  la coyuntura histórica

Yo  militaba en el Partido Comunista, desde muy chica. Como mi padre. En el momento del golpe del 76 tenía 26 años y dos hijos: Paola de 8 años  y Pablo de 1 año y medio. Mi compañero Luis Alberto Godoy trabajaba como locutor en Radio Unión y yo  estudiaba en el profesorado "Mariano Moreno". Cursaba el 4º y último año del Profesorado de Historia. Eran días sombríos. Se producían detenciones, desapariciones y atentados.  El clima de miedo e incertidumbre crecía. La “triple A” accionaba contra militantes populares. En el domicilio de mis padres colocaron un artefacto explosivo en el living, en la casa de Luis  Bondone también - aunque no explotó. Recuerdo nítidamente  que el 24 de marzo estaba estudiando historia de la Edad Moderna y Contemporánea cuando, por la radio, la marcha militar anunció el golpe. Fui a rendir, no recuerdo si ese día o al siguiente pero el profesor  de la cátedra, Oscar del Barco, ya no estaba en el país para tomármelo. El exilio lo había llevado a México. Rendí esa, y las otras cuatro materias que me faltaban para recibirme, 10 años después.

A fines de marzo del 76 fui detenida con mi compañero Luis Alberto Godoy y mi hijo Pablo- de un año y medio de edad- en la zona rural de Leones. El operativo estuvo a cargo de Antonio Castro y Villalba, quienes a su vez dependían del Comisario Principal Magín Lescano y de Telleldín, jefe de la Unidad Regional Nº 12 de la Policía de Córdoba con sede en Bell Ville, luego en la siniestra D2 de Córdoba. Fuimos trasladados a Bell Ville, de ahí a la cárcel de Villa María en la que compartí  cárcel con el Rector del Instituto  del Profesorado “Mariano Moreno”, Bernardino Calvo, con Luis (“Lucho”) Bondone, Lisandro Bondone y Mariano Bondone, mi padre Aldo Lacreu, Humberto Rodríguez, Pablo Alvarez,  Juan (“Juancho”) Maggi, Edith Vejo y  tantos compañeros...

A los pocos meses fui trasladada a la Penitenciaría de Córdoba en la que permanecí otros tantos en una celda individual de dos metros por uno.  Compartí prisión con, entre otras,  Soledad García - compañera del profesor Eduardo Requena, aún desaparecido. En un vuelo que salió de Córdoba fuimos trasladadas en aviones “Hércules” de la Fuerza Aérea a la Cárcel de Villa Devoto. Esposadas de a dos, luego engrilladas en el avión, al que nos tiraron al suelo  mientras recibíamos golpes e insultos. Devoto significó el blanqueo y la "seguridad": pasaba a estar a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. No vi a mis hijos durante todo el período del cautiverio ya que mi madre los llevó a Devoto pero no los dejaron verme.

Salí en enero de 1977, en la primera de las listas de liberados, junto a varios compañeros. Llegué a un Bell Ville anómico, amnésico, en el que los amigos de toda la vida se cruzaban de vereda, para no saludarte, no verme: tal era el miedo. Éramos muertos civiles. No podíamos estudiar ni trabajar. Otros amigos, en cambio, tuvieron la actitud solidaria de siempre: Yeya, la entrañable Evangelina Irene Castaño; la flia González, Ñata, Elda, Laura... El Dr. Eduardo Semino. Retomé el 4º año del Profesorado de Historia al salir de la cárcel en 1977. Ya no era el mismo: el Rector Bernardino Calvo preso, el profesor Eduardo Requena desaparecido, al igual que María Rosa Depetris. Los profesores Oscar del Barco y Osvaldo Tamain en el exilio. María Teresita (Chelita) Vera había renunciado a sus horas cátedra, en solidaridad con sus compañeros. Los mediocres de siempre habían tomado las horas de los ausentes. El nivel al que había llevado al Instituto Bernardino Calvo con su extraordinario proyecto político, pedagógico y epistemológico, ya no existía.

Mientras, en el ámbito del Instituto del Profesorado, había delación, desconfianza, provocación, “caza de brujas”, contra las estudiantes de historia fundamentalmente. Rosita Reynoso, Sofía González, María Rosa Valli, Marta Maggi,  y yo fuimos perseguidas por la rectora impuesta por la dictadura, María  Luisa González de Vismara. Decidían sobre nosotras la rectora mencionada  y el consejo consultivo del Instituto, integrado por un profesor por cada sección: Historia, Nelia Corti; Castellano, Literatura y Latín, Nora Cessa de Kramer; Geografría y Ciencias Biológicas, Enrique Faessler; Ciencias Jurídicas y Contables, Mario Fuentes; Educación Preescolar, Delia Bergé.

 En las actas nº 2 (firmada por todos los integrantes del Consejo  Consultivo) y 5 respectivamente, las autoridades mencionadas  resuelven la suspensión de las alumnas del último año de la carrera de Historia, además de  elevar al Director Nacional de Enseñanza Media y Superior, RinaldoPoggi, las actuaciones y denuncias, con expresiones como la siguiente:  "tales actitudes, sr. Director Nacional, o son fruto de mentes psicópatas que no pueden aspirar a un título docente y por ende al ejercicio de tan sagrados deberes o son el resultado de un accionar disociativo característicos de las ideologías de izquierda, técnica que han empleado desde siempre, en universidades, fábricas e institutos para lograr el caos ..." finalmente se despiden con un "Dios guarde a Ud." no sin antes solicitarle "el apoyo necesario" y adjuntarle fotocopias del acta del Consejo Consultivo donde se decidió la suspensión, que firman la rectora María Luisa González de Vismara y la secretaria Blanca Salgado de Ceballos, con fecha 11 de octubre de 1977.

Como consecuencia de esta actuación se ordenó nuestra expulsión de "todos los establecimientos educativos del país". Casi todos los profesores se solidarizaron con la Rectora Vismara y con el Consejo Consultivo.

 La intervención del Profesorado trajo de la mano la "habilitación de la  sección matemática, física y cosmografía,  en la que había 30 inscriptos, y la supresión de los primeros años de las secciones Historia y Castellano, Literatura y Latín, que solo contaban con seis inscriptos cada una". Se desprende de la documentación existente la complicidad civil, así como la inducción a la delación  y el apoyo incondicional a las autoridades militares, a la interventora, después rectora, González de Vismara. La persecución, suspensión, expulsión de los alumnos que no acordaban con el pensamiento único existente. Como sobreviviente puedo entender el miedo, pero, a tantos años, las personas involucradas pudieron hacer una autocrítica pública y no ocultar/distorsionar los hechos ya que las consecuencias de sus actos podrían haber causado la desaparición de personas o un daño incalculable en el devenir histórico de otros.

Tanto en la vida como en la historia, hay que elegir. Muchos eligieron el camino del ocultamiento, otros nos empeñamos porfiadamente en ser la voz de los sin voz,  y en reescribir la historia de los ausentes estigmatizados y ocultados. Sus historias de vida, sus rostros, sus sueños, sus luchas deben conocerse. Los estudiantes de hoy tienen el derecho a saber quiénes fueron y por qué los mataron.

 

El retorno democrático

Al retornar la democracia con el triunfo del Dr. Alfonsín, creamos con ex alumnos y profesores una agrupación "Pro democratización y reapertura del Profesorado  Mariano Moreno" y elevamos al Ministro de Educación y Justicia de la Nación - Alconada Aramburú - una solicitud firmada por estudiantes, profesores y profesionales del medio  en la que pedíamos la normalización/democratización  del Profesorado,con fecha 20/11/1983.

Las medidas solicitadas eran:

1-Investigación de todo lo actuado desde marzo de 1976 a la fecha;

2- Esclarecimiento de la desaparición del profesor Eduardo Requena;

3- Revisión de cesantías y expulsiones de profesores  y alumnos en el período mencionado:

4- Reincorporación en su cargo de Rector  al profesor Bernardino Calvo;

5- Reapertura de la sección Historia, para el ciclo lectivo 1984, entre las más destacadas.

 

A su vez Calvo  reitera su reclamo de reincorporación al cargo de Rector y cátedras iniciado el 4 de enero de 1984 ( citado por Bernardino Calvo en nota al profesor Alfredo Bravo- en ese momento Subsecretario de la Actividad Profesional  Docente - expte nº 050/84)   que será efectivizada en 1986, gracias a la gestión del subsecretario mencionado. Hubo muchos obstáculos  para impedir la  reparación del daño infligido a Calvo. Fueron las mismas fuerzas que organizaron un acto de reconocimiento a la Rectora impuesta por la dictadura cívico militar- Vismara - , siendo repudiadas por un grupo de estudiantes el día 15 de septiembre de 1985.   El 13/3/86 -según consta en las páginas de Tribuna de la época - los  titulares decían:"Renuncia  Zarini y volvería Calvo" -"denuncia contra Cortese" del 13/3/86.

A pesar del proyecto de avanzada que continuó Bernardino Calvo en el Instituto (explicitado en las revistas del Instituto y en especial la Nº 5, de octubre de 1975 y en nota publicada  por el citado profesor en Nueva Tribuna "Diseñar un nuevo perfil" de  septiembre de 1987) y de haberse reabierto el Profesorado  de Historia, el macartismo continuaba. Desde los más altos niveles y desde las sombras se trabajó para socavar su gestión. Las fuerzas regresivas finalmente logran su alejamiento. El titular de nueva tribuna del 23 de diciembre de 1987 lo dice así: denuncian presiones políticas / Calvo "renuncia" al profesorado.

En mi caso me recibí de profesora  de Historia rindiendo las últimas materias que me faltaban en el año 1986, diez años después. Partí  hacia un exilio interno a San Luis que me permitió  desarrollarme profesionalmente en la escuela que depende de la UNSL. Allí ejercí por 25 años como trabajadora de la educación. En la Facultad de Ciencias Humanas de esa Universidad  estudié la Licenciatura  en Historia. 

A modo de cierre sostengo que la memoria es tomar una posición política sobre lo ocurrido, es aprehender de quienes nos precedieron y con todo ese bagaje  avanzar hacia la construcción de un mundo mejor en el que quepan los sueños de todos y todas. Es también no desaparecer a nuestros desaparecidos, es devolverles su identidad, sus sueños. Los nuevos tiempos y los nuevos paradigmas hacen posible que no haya una historia oficial y un relato único neutral y  ascéptico. Hay relatos múltiples, de múltiples miradas  porque la historia reciente es un campo en construcción.

 

 

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