Testimonio de Stella Vargas, ex alumna del ISFD "Mariano Moreno"
01.12.2013 18:32Testimonios
Stella Vargas, ex alumna del Profesorado “Mariano Moreno”
El profesorado para mí
Fui alumna del Instituto Superior del Profesorado “Mariano Moreno” de Bell Ville desde 1969 a 1974. Un período de florecimiento, descubrimiento y profundo aprendizaje para mi vida. Después de un secundario poco interesante en la Escuela Normal, entrar al Profesorado en Letras fue una maravillosa aventura de conocimiento. Recuerdo especialmente las clases de Gustavo Roldán, Ana Magaldi y Alfredo Paiva: Literatura Hispanoamericana, Argentina, Europa Meridional y Española. No queríamos perdernos ni una de sus palabras. Eran los libros, la filosofía, la política, la estética. Era entender el sentido de la vida y la necesidad de trabajar por un mundo justo y bello.
Además de las clases, a veces compartíamos unas enriquecedoras charlas de café. Allí se sumaban alumnos y profesores de Historia como Oscar del Barco y Eduardo Requena. Era un placer escucharlos desplegar ideas, teorías y comentarios sobre arte, libros y cine. Considero un enorme privilegio haber sido discípula de esas personas inteligentes, estudiosas, solidarias y de mentes abiertas. No quiero olvidarme del rector, Bernardino Calvo, quien con sus ideas de avanzada diseñó y estimuló un proceso en una institución que fue una luz en medio de una sociedad que se debatía entre los prejuicios conservadores y la imperiosa necesidad de cambio.
Puedo decir que fui feliz en el Profesorado, que crecí, que adquirí una nueva mirada para ver a los demás y al mundo y que empecé a sentirme protagonista de la historia. Habiendo terminado de cursar, me radiqué en la ciudad de Córdoba para desempeñarme como locutora de Radio Universidad. Y después ocurrió lo que todos conocemos. El horror del golpe de estado del 76 que vino a cambiar nuestras vidas para siempre. Lo que pasó entonces en el Profesorado me lo contaron. Echaron, encarcelaron y desaparecieron a profesores y alumnos, cambiaron planes de estudio, enviaron una intervención y les dieron cargos a los obsecuentes del régimen.
Como me faltaban dos materias para obtener mi título, y a instancias de mi madre, volví a Bell Ville para rendirlas en julio de 1976. Había una interventora, Vismara de apellido. Ella y otras personas horribles que ni sabían de lo que yo estaba hablando tomaron mis dos exámenes. “Es alumna de Roldán”…murmuraron. En esos días, tuve mucho miedo, rabia y dolor. Hasta temí por mi vida y mi libertad.
Todo había cambiado. Donde antes había luz, libertad y entusiasmo ahora sólo quedaba oscuridad miedo y delación. El mundo que yo tanto amaba había terminado para siempre. Con los años, la democracia bendita, las luchas por los derechos humanos que derivaron en políticas de estado reparadoras, los juicios a los responsables de tanta devastación y sobre todo la recuperación de los derechos civiles, siento en mi alma aletear otra vez esa paz que da el saber que cada cosa está en su lugar. Vaya mi emocionado homenaje a esos valiosísimos docentes que tanto sembraron en nosotros: Bernardino Calvo, Gustavo Roldán, Eduardo Requena, Raquel Carranza, Joaquín Paiva, Ana Magaldi, Oscar Del Barco y tantos otros. Sus alumnos, los que quedamos de esa generación, seguimos aprendiendo, viviendo, luchando y creyendo en un mundo mejor.
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